Francisco Franco Bahamonde (El Ferrol, 1892 – Madrid, 1975) fue uno de los militares impulsores del golpe de Estado de julio de 1936 contra el Gobierno democrático de la Segunda República que desencadenó la guerra civil española. Desde septiembre de ese año se puso al frente del bando sublevado y, acabada la guerra, proclamó una dictadura que se prolongó hasta su muerte en 1975.

Antes de participar junto a otros militares como Emilio Mola o José Millán Astray en el golpe de Estado contra el Gobierno de la Segunda República, Franco forjó su carrera militar en Marruecos, donde fue ascendido al rango de general. Durante la Dictadura desarrolló una política fundada en la idea de nación y tradición. Afín a la ideología fascista y de moral nacional-católica, se mantuvo en el poder durante 36 años, con la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS) como partido único. En el plano político y social, esos años estuvieron marcados por la represión y la persecución de la disidencia política y moral, haciéndose visible la resistencia de parte de la población tanto en el exilio como en España.

En enero de 1937 Pablo Picasso inició dos estampas: Sueño y mentira de Franco I y II, que en el mes de junio entregó a los organizadores del pabellón de España de la Exposición Internacional de París en señal de apoyo a la República, a cuyo Gobierno donó el dinero recaudado por la venta de estas estampas. Como arte de guerra y propaganda, Picasso no fue el único artista en satirizar la figura de Franco o denunciar el golpe militar, como prueba la abundante producción de carteles, dibujos y grabados de Francisco Mateos, Ramón Puyol, Antonio Morales o Luis Quintanilla, entre otros.

Coincidiendo con el proyecto de creación del Museo de Arte Moderno y en el marco de una política cultural y artística de pretendida modernización, en 1968 el Gobierno de Franco y el entonces director general de Bellas Artes, Florentino Pérez Embid, ponen en marcha el proceso para la solicitud de Guernica al Museum of Modern Art de Nueva York, apelando a que, donada por el propio artista, la obra pertenece al pueblo español. Apenas unos meses después, Pablo Picasso, que siempre se posicionó claramente contra Franco, insistió en que ni el cuadro ni él irían a España mientras hubiese dictadura y hasta que el pueblo español recuperase las libertades democráticas. Casi inmediatamente después de la muerte de Franco, habiendo fallecido Picasso unos años antes, comenzaron las gestiones y los debates que derivaron en el traslado definitivo del cuadro a Madrid.

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