La exposición retrospectiva dedicada a Picasso en el entonces Musée des arts décoratifs de París, celebrada entre el 6 de junio y el 15 de octubre de 1955, se presentaba con el propósito de homenajear al mayor artista vivo y conmemorar los cincuenta años desde su instalación definitiva en la capital francesa, momento en el que se integra en el relato de la pintura moderna. De manera estratégica, la muestra se insertaba en el contexto de la reconstrucción de Europa tras la Segunda Guerra Mundial, por lo que la presencia de Guernica adquiría un papel simbólico relevante, sin olvidar el artístico. Se trataba de la primera exposición de carácter oficial dedicada a Pablo Picasso en París tras la contienda, y fue el propio Gobierno, desde su embajada en Alemania, quien organizó su posterior itinerancia por Múnich, Colonia y Hamburgo.

El comisario general de la exposición Picasso fue Maurice Jardot, próximo entones al artista y a Daniel-Henry Kahnweiler y vinculado al Ministerio de Cultura francés, y que en 1944 había estado al frente de los asuntos culturales de la Delegación del Gobierno militar francés en Alemania. Las primeras cartas y gestiones datan de comienzos de enero de 1955; para entonces, Picasso había confirmado el préstamo de un sustancial número de obras de su colección, y había informado a Alfred H. Barr Jr., director del Departamento de Colecciones del Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York, de que se debían enviar doce obras que se encontraban en depósito en su museo, incluido Guernica. También, desde un primer momento se sabía que la exposición viajaría después a tres ciudades alemanas, a modo de ejercicio de política cultural internacional que pretendía enmendar la actuación de Francia durante la guerra.

La exposición tuvo un éxito enorme de público y de crítica; como recoge la documentación conservada, se contrató a una agencia de noticias para asegurar la máxima difusión en medios nacionales e internacionales. Abierta al público del 6 de junio al 15 de octubre de 1955, proponía un recorrido por cincuenta años de creación de Picasso, y ponía el acento en los conceptos de multiplicidad y abundancia, ya fueran estilos, lenguajes, medios, formatos o técnicas. Se homenajeaban así la excepcionalidad y la riqueza de una obra que atravesaba las décadas centrales de ese siglo.

También novedosa fue la manera como Guernica fue instalado: en su parte inferior se añadió un panel de igual longitud donde se colocaron los versos del poema de Paul Éluard “La victoire de Guernica”, dejando que las palabras del poeta francés recordaran una vez más, como ya lo hizo en 1937, el trasfondo bélico y el canto a la libertad de los pueblos en el que se apoya el cuadro, anuncio a su vez de la inminente caída de Europa. Ese binomio entre el cuadro y el poema se repitió en la Haus der Kunst de Múnich (25 de octubre – 26 de diciembre de 1955). En este sentido, en las ciudades de la itinerancia, arrasadas durante la guerra, se concretizaba la memoria de las ciudades devastadas por los bombardeos, y la voluntad de su reconstrucción; a Múnich se sumaron Colonia (Rheinisches Museum Cologne, 30 de diciembre de 1955 – 26 de febrero de 1956) y Hamburgo (Kunshalle Hamburg, 10 de marzo – 29 de abril de 1956). La exposición de París, con su objetivo simbólico y su poder de reunir las obras más sobresalientes de Picasso, coincidió con la primera edición de documenta, la exposición de arte contemporáneo fundada por Arnold Bode en Kassel, otra ciudad alemana bombardeada y aniquilada durante la guerra. A Picasso se le reservó un lugar destacado. El propósito de aquella primera cita era establecer la genealogía de las prácticas contemporáneas desde la superación del trauma de la guerra y, tomando impulso en las vanguardias, recuperar la noción de modernidad a escala internacional.