El 75 cumpleaños de Pablo Picasso en octubre de 1957 y el vigésimo aniversario de la realización de Guernica fueron los motivos que justificaron la exposición Picasso: 75th Anniversary. Organizada por Alfred H. Barr Jr., entonces jefe de Colecciones del Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York, contó con la colaboración del Art Institute of Chicago, a donde itineró en el otoño, y del Philadelphia Museum of Art, que acogió la muestra a partir de enero de 1958. Con más de trescientas obras, la exposición supuso un episodio decisivo para Guernica en diferentes aspectos y, aun con distintos planteamientos, constituyó el último jalón de una serie de exposiciones antológicas sobre el artista iniciada en Milán en 1953.

La idea primera de Alfred H. Barr Jr. para esta exposición fue presentar el trabajo de Pablo Picasso a partir de Guernica (1937), proponiendo una continuación de su proyecto expositivo Picasso: Forty Years of His Art (1939) pensando en una nueva generación de artistas y público. Sin embargo, reconocer la existencia de tal generación le llevó a organizar finalmente una exposición que recorriera casi sesenta años de la trayectoria del artista. De este modo, la obra de Picasso era mostrada no solo por su carácter magistral, sino también por su excepcionalidad debida a la variedad de estilos, técnicas y lenguajes utilizados, mostrados ahora en plena consolidación del arte expresionista abstracto. Los préstamos del artista jugaron de nuevo un papel decisivo, en especial las cuarenta y seis esculturas que permitieron por primera vez y de manera exhaustiva profundizar en este aspecto de su trabajo. Con motivo de la muestra se editó un catálogo que contó con dos textos, uno de Alfred H. Barr Jr. y otro de Roland Penrose, que resultó un anticipo de su libro Picasso. His Life and His Work (1958), el cual es uno de los libros fundamentales de referencia en la bibliografía picassiana, al ser Penrose amigo y testigo excepcional de la producción del artista.

La exposición Picasso: 75th Anniversary ocupó tres plantas del MoMA, además del jardín, y centró la actividad del museo durante ese verano (4 de mayo – 8 de septiembre de 1957). Instalada en orden cronológico, Guernica y el conjunto de cuarenta y cinco dibujos preparatorios y obras asociadas ocupaba el segundo piso y sirvieron de punto central curatorial, cronológico y espacial. La exposición itineró al Art Institute de Chicago (29 de octubre – 8 de diciembre de 1957) y después, aunque con variaciones en la lista de obras, al Philadelphia Museum of Art (8 de enero – 23 de febrero de 1958). Las condiciones materiales y de conservación del cuadro empezaban a ser un tema que preocupaba tanto al museo neoyorquino como al propio artista. Por ello, se determinó que una persona del MoMA acudiera a cada una de las sedes para asegurar su correcta instalación, además de vigilar el enrollado y desenrollado de la tela. A su regreso al MoMA a finales de febrero de 1958, se estimó que, por razones de conservación, no se volvería a prestar el cuadro, para evitar así toda manipulación.

La exposición de Nueva York sirvió también para celebrar la vuelta de Guernica tras el largo periplo, apenas interrumpido, entre la exposición de Milán de 1953 y la de Estocolmo de 1956. Una vez terminadas las exposiciones en todos esos escenarios internacionales, en los que se pudieron ver numerosas obras del artista que permanecían en depósito en el MoMA desde 1939, en una Europa aparentemente pacificada, Picasso solicitó que le fueran devueltas todas las obras con la excepción de Guernica y los dibujos y lienzos asociados al finalizar la exposición Picasso: 75th Anniversary, reconociendo así que el MoMA era todavía el mejor lugar para el cuadro.