Repensar Guernica

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El 26 de abril de 1937, en plena guerra civil española, la ciudad vasca de Gernika fue bombardeada por los ejércitos alemán e italiano, en apoyo al bando sublevado contra el gobierno de la Segunda República. Este hecho inspiró a Pablo Picasso para pintar el cuadro Guernica.

El Guernica expuesto en el Museo Reina Sofía
Gernika tras el bombardeo, 1937

A comienzos de este mismo año, Picasso recibió un encargo del gobierno legítimo de la República: realizar un gran lienzo para el pabellón español de la Exposición Internacional de París prevista para el verano.

Construcción del Pabellón de España en la Exposición Internacional, París 1937
Carta de José Gaos a Pablo Picasso, 1937

En abril, a escasos dos meses de la exposición, inmerso en una crisis personal y creativa, Picasso no había conseguido resolver el encargo. Las noticias del ataque a Gernika actuaron como catalizador y empezó a trabajar febrilmente en el lienzo.

Picasso trabajando en el Guernica, 1937

En apenas mes y medio, realizó alrededor de cincuenta esquemas y bocetos, y varias correcciones en el gran cuadro.

Desde su primera presentación al público en el Pabellón de España en París de 1937, Guernica realizó numerosos viajes por Europa y América antes de llegar a España en 1981, primero al Casón del Buen Retiro y, a partir de 1992, al Museo Reina Sofía.

Guernica se convirtió en símbolo político, hasta el punto de que aparece como emblema ante cualquier episodio de violencia o de vulnerabilidad de la población civil.

Trascendiendo el hecho concreto en el que se basaba, Guernica es un símbolo atemporal y universal, el de la denuncia de la destrucción implacable y criminal de la guerra, abriendo un debate artístico sobre la representación de conflictos bélicos.

Esta web presenta una extensa investigación realizada sobre esta obra, icono del siglo XX, llevada a cabo por el Museo Reina Sofía y compuesta por alrededor de 2000 documentos.

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