Guernica de Picasso conserva y proyecta la memoria colectiva en torno a uno de los más trágicos bombardeos de la Guerra Civil. El 26 de abril de 1937, la Legión Cóndor alemana y las fuerzas aéreas italianas bombardearon durante horas la ciudad vasca por orden del ejército franquista, dejándola en ruinas y causando un elevado número de muertes.

El bombardeo de Gernika, sobre todo a través del abundante número de imágenes conservadas del mismo, permanece en la memoria como uno de los símbolos de la violencia de la Guerra Civil. Lejos de ser un lugar estratégico en la contienda, Gernika se entendió inmediatamente como ensayo de la “guerra total”, en la que la violencia se ejerce de manera indiscriminada sobre la población. Como imagen, reproducida y difundida en cine, prensa, fotografías y carteles, se ha erigido en metáfora de la guerra moderna y precedente simbólico de todas las guerras posteriores.

En cuanto a los muertos, el Gobierno de Euskadi señaló entonces la cifra de 1654 muertos, aunque varía atendiendo a las fuentes. Tras la toma de Gernika, el ejército nacional primero y el Régimen de Franco después intentaron negar su implicación en los hechos y responsabilizar al Gobierno republicano valiéndose de los medios de difusión afines y de la manipulación de las imágenes. Durante la Dictadura no se reconocieron las muertes y se eliminaron los registros, en un intento de borrar la memoria de lo sucedido.

El ataque aéreo a la ciudad de Gernika activó el trabajo de Picasso para el pabellón español en la Exposición Internacional de París de 1937. En enero de ese año el Gobierno de la República le había encargado un cuadro, pero no fue hasta días después del bombardeo, el 1 de mayo, cuando Picasso comenzó a pintar el gran lienzo que acabaría llamándose Guernica. El artista había quedado impactado por las noticias y las imágenes que llegaban a París desde Euskadi y a través de los corresponsales internacionales y de la prensa francesa, como Ce Soir, Regards y L’Humanité.

La prensa gráfica española también dedicó numerosas portadas y artículos al drama de los bombardeos, como Mundo Gráfico, en los que se mostraban los rostros de la población desplazada y el nuevo paisaje de ruinas en el que habían quedado convertidos ciudades y pueblos. Los bombardeos, su amenaza figurada en siluetas de aviones cruzando el cielo, sus terribles consecuencias y sus víctimas conformaron la iconografía de un género específico en la propaganda de guerra, apareciendo de manera reiterada en hojas volantes y carteles. El propio Josep Renau empleó una fotografía de Gernika bombardeada en la elaboración de uno de sus fotomontajes para el pabellón de España, en los que evidenciaba la contemporaneidad de los hechos en su denuncia inmediata y épica.

Ver en la Cronología: